Travesia de resistencia Alpujarra almeriense. 45 km. +1700m.
Llegamos mis hijos y yo casi anocheciendo el viernes por caminos ascendentes entre sierras areniscas y paisajes lunares con un cielo matizado de rosa y naranja y nubes alentejadas por el fuerte viento. Aparecimos, con los ojos bien abiertos y ávidos de conocer aquellas tierras, en el pequeño pueblo de Almócita. Paseamos por sus calles empedradas, intrincadas y empinadas y disfrutamos de sus poesías en las paredes, de su belén hecho de punto de molde, de la preciosa fuente repleta de musgo y minúsculos helechos, de sus hermosas y reivindicativas pintura callejeras. Luego me dijeron que a Almocita se le conoce como el pueblo hippie de la Alpujarra. Precioso.
Pasear entre la creatividad expresada en la calle es hermoso y motivador. Recojo dorsal y nos vamos al albergue de Beires, a 1 km. Aún más pequeño. 45 habitantes entre semana. Allí conozco al grupo del Club Las Gabias de Granada que participan en la travesía. Hasta el momento sólo nos conocíamos por WhatsApp. Somos muy bien recibidos. Estamos como en familia. Mis hijos hacen amigos al minuto de bajar del coche y ya todo el fin de semana lo pasan jugando al baloncesto con 3 chiquillos de allí. Buenas migas.
A dormir pronto. A las 4:30, ya despierta. A las 6:30 en punto se dará la salida. Noche cerrada, frío en los huesos, cosquillas en el estómago y un dorsal que se despega. Foto de rigor y a caminar. Rapidito, hay que entrar en calor. Rodillera apretada y bastones en mano. Mi ritual para ahuyentar el dolor meniscal. Una hilera interminable de luces frontales recorre las áridas tierras alpujarreñas con sinuosas curvas y cuestas. Hermoso. A las dos horas, amanece y el frío entra fuerte y húmedo. Llegamos al río. Pasos estrechos, puente, vereda, bajas, subes...avituallamiento.
Así seguimos kilómetros y kilómetros hasta el mirador del Púlpito. Su punto geodesico está a escasos metros más arriba. Yo no puedo pasar por su lado y mirar de reojo como si no estuviera. Aprovecho la corta parada del grupo en el mirador y subo rauda y feliz. Se reinicia la marcha tras los guías. Esta vez, mucha pendiente abajo. Malo, a mi rodilla no le gusta. Seguimos el descenso largo hasta llegar a los 30km de caminata. Bocadillo, huevo duro, agua, una pieza de fruta y arreando. Bordeamos un sendero junto al río donde el paso se hace más delicado puesto que siendo de tierra suelta y de empinada pendiente, queda tu pie derecho al borde mientras con la mano izquierda, te aferras, si así lo quieres, a la cuerda de un muy mal instalado pasamanos con químicos. 40 km. Extenuados. No llega el fin. Avituallamiento. Deliciosa porción de tiramisú, agua y a seguir.
Últimos km cruzando un hermoso paraje. Frescor en la piel por el agua de su tímido río. Alfombra de hojas secas, sinuoso sendero, troncos en escorzo. Comienza el final. Tremenda cuesta de hormigón veteado. Uf, las articulaciones sufren aquí. Último esfuerzo. El sol cae y nos recuerda que llevamos 11h y media del tirón. El cielo rosado, mostrando su esplendor frente a nosotros parece marcar la meta, la llegada al punto de inicio. Por fin entramos en el pueblo de Almócita donde nos acogen con calor, sonrisas y aplausos. Felicidad para todos. Echo de menos a mis hijos, están en Beires jugando. Que abrazo les voy a dar...Prueba superada.
Infinitas gracias a todos en Almocita, Beires y sobretodo, al grupo Las Gabias, excelentes gentes y especialmente a Joaquínpor su organización y dedicación al grupo. Espero y confío que a tod@s les gustaran los embutidos de Pinoso. Luis, (presidente del club) el próximo día, ya sabiendo que no eres de carnes, te llevaré un vino de aqui, como a Joaquin. Enorme beso, compañer@s. Hasta la próxima travesía de resistencia!
Podéis descargar el track en el apartado de GPX. También podéis ver en formato PDF el mapa de la zona