Magnifica excursión la de este sábado 28 de mayo de 2022. Como de costumbre, la reunión fue a las 8 de la mañana en la Hoya de la Mora, creo que entre veteranos y toda la chavalería que llevo Pili seríamos unas 20 criaturas; a esa hora hacia algo de fresco que obligaba a ponerse ropa de casi invierno.
Iniciamos la ruta con puntualidad española, 08:10 horas, la predicción del tiempo es excelente a lo largo del día; sin embargo hace un viento un tanto impertinente que los llevaremos desde Hoya de la Mora hasta un poco antes de Borreguiles. Llegamos a Borreguiles y por la carretera-pista vencemos la Loma del Dílar para caer al valle del mismo nombre. El paisaje áspero y monótono de las pistas de esquí cambia significativamente. En el valle del Rio Dílar la vegetación de la alta montaña nevadense se hace hueco hasta los 2.500 metros aproximadamente. Sabinas, piornales y enebros tapizan las laderas de Sierra Nevada en esta primavera granadina.
En poco tiempo sorteamos la zona de borreguiles y dimos vista a todo el circo del Dilar. La primera impresión fue algo muy especial, nunca había visto la Sierra tan distinta a como es en su estado natural, y mucho más en esta época del año, desde este sitio se aprecia en todo su esplendor, el contraste maravilloso entre el verde, la piedra y el blanco de la nieve; lo que más llama la atención es el no ver el verdor de los borreguiles. El color terroso también le daba un contraste y un aire especial, sobre todo porque nunca lo habíamos visto de esa manera.
Continuamos nuestra ruta saliéndonos de la pista por un sendero a la derecha, todo marcado por el track de nuestro amigo Mañas. Al poco tiempo nos encontramos con otra estampa pastoril, una manada de yeguas, caballos y potrillos. Cualquier persona que se encuentre con este cuadro a floraran los mejores sentimientos por si solos. Esta quietud de las figuras animales integradas sobre un fondo verde de los borreguiles en el silencio solo roto por el lejano murmullo del agua merecen una pausa y deleitarse. Así sucedió.
Sin detenernos iniciamos la bajada hacia las chorreras, en ese mismo momento damos vista a la majestuosidad que se nos presenta a nuestra mirada, todavía se ven alejadas, pero ya se empiezan a escuchar los comentarios: ¡qué bonito, qué maravilla, son impresionantes!. Es un verdadero espectáculo de la naturaleza contemplarlo. Como diría el músico y cantante Antonio Vega en su tema “El sitio de mi recreo”, y nunca mejor dicho:
“Silencio, brisa y cordura dan aliento a mi locura. Hay nieve, hay fuego, hay deseo. Ahí donde me recreo”
La amiga Leticia que dice haber subido mucho en otros tiempos a la sierra, de vez en cuando se paraba y, cuando la miraba veía en sus ojos la alegría y la emoción de encontrarse con ese paraje y esas vistas que ella no había vivido antes, (no conocía las Choreras del Molinillo) también lo expresaba con palabras emocionadas, creo que se lo pasó muy bien y fue un día feliz para ella y, supongo que para todos.
De esta manera y poco a poco, no sin cierta dificultad, llegamos al rio Dilar, aquí comienza la aventura. Tuvimos que cruzar el río descalzos y con el pantalón subido por encima de las rodillas, (el río venía bastante crecido y el agua muy fría, dolían los tobillos y las piernas), todos pensamos lo mismo, nunca lo habíamos visto con tanto caudal. Pero antes de cruzar todos, ya nuestro querido Joaquín se había adelantado y nos indicó el mejor sitio por donde cruzar, y como hombre previsor que lo es, se calzo sus zapatillas de agua, se arremangó el pantalón y cruzo el primero, tomo asiento en la margen contraria, buscó el mejor sitio para tomar las fotos y hacer esos videos tan maravillosos que hizo.
Queridos amigos, permitirme que ahora hable en mi nombre, ha sido para mi un día especial: “tan igual y tan diferente a la vez”. Tan igual por el sitio, la sierra, las chorreras, el tiempo y todo lo que encontramos cuando salimos al monte. Pero tan diferente, por varias razones, una de ellas es que la última vez que hice esta excursión fue con mi gran amigo Antonio Cañas que ya no está entre nosotros, todo el tiempo me iba acordando de Él. Ese día del año pasado hicimos la excursión por otro itinerario, creo que lo comenté con Luis, entramos desde el collado de la laguna de las yeguas. Nunca antes había pasado por detrás de la cortina de agua, no me gusta mojarme, aunque no fue para tanto, un poco de lluvia en la espalda y para adelante. Nunca antes habíamos subido por la margen izquierda de las choreras; mucho más bonito e interesante por este tramo, es algo más pendiente, pero va acercándose más a la chorera, con lo cual la sensación de proximidad y de estar en las choreras se incrementa a medida que subes. El transitar por este lugar e ir escuchando el sonido del agua que es intenso en algún momento, y mirar hacia abajo al rio, es una de las sensaciones más intensas que se puedan experimentar en la Sierra. También es maravilloso ver la fila de personas que vamos caminando y trepando al mismo tiempo y verlo desde arriba cuando vas delate, y desde abajo cuando vas detrás. Igual de fascinante.
Seguimos nuestro ascenso entre borreguiles y arroyos, la pendiente se suaviza y al poco llegamos a nuestro anhelado Lagunillo Misterioso. Le viene el nombre que ni pintado. Aunque no tiene la misma transparencia de otras ocasiones, su extensión es mayor y está impresionante en su zona de nacimiento. Aprovechamos aquí para reponer fuerzas y tomar nuestro desayuno fuerte. Disfrutamos de los alimentos, de la conversación y, como no, de la compañía. Proseguimos, iniciamos lo que podemos denominar nuestro camino de vuelta dentro de la ruta circular; para ello vamos del Misterioso a los Lagunillos de la Virgen.
Por estos lares, Tajos de la Virgen, cuenta la historia que D. Martín de Mérida, que era Beneficiado de la iglesia de Válor iba de Válor a Granada y para no dar rodeo por Órgiva decidió venir atravesando Sierra Nevada por la Carihuela del Veleta. Corría el cinco de agosto de 1.717 cuando atravesando estos lares se formó una tormenta de alta montaña, truenos, rayos, viento, agua y frío que el hombre pensaba que no lo contaba, no daba un duro por su vida. Era persona de inquebrantable fe, por lo que se encomendó a la Virgen. Súbitamente y de forma inesperada el cielo cambio de la oscuridad de la tormenta a un cielo luminoso, vislumbrando la figura de la Virgen con sus brazos extendidos a modo de protección.
Al año siguiente este señor mando construir una capilla en lo que hoy conocemos como Tajos de la Virgen. Recomiendo el libro SIERRA NEVADA: Una gran historia. Volumen I de Manuel Titos Martínez. Se relata con absoluta precisión esta historia y muchas más.
Seguimos y en breve alcanzamos la Laguna de las Yeguas, de sus aguas profundas, azules y sus hielos flotantes con aspecto casi antártico, en esta ocasión todo amarronado por la calima. Que le vamos a hacer. Otra de las cosas por las que me alegré fue por ver a Malena, es admirable su coraje, valentía y las ganas que le pone a todo lo que hace, le dije que es de las pocas personas que conozco que tengan una prótesis de rodilla (y conozco a unos cuantos) que sean capaces de hacer lo que ella hace y en tan poco tiempo desde la operación.
Al llegar al aparcamiento, nos encontramos algunos de los que íbamos en la parte de atrás, con la desagradable sorpresa de lo de Inma, que afortunadamente para ella todo quedó en una pequeña herida. El Mañas tuvo que hacer un Mañas pero, esta vez por causa más que justificada, también lo pasó mal el pobre.
Enhorabuena a todos, (se echó de menos a los que no pudieron ir) fue un día repleto de aventuras y emociones, gracias por vuestra compañía y por el cariño que poneis en todos los actos que hacemos. Muchas gracias a todos los que habéis hecho esos reportajes fotográficos tan maravillosos
.
Y como viene siendo el lema de nuestro grupo: Esta no quita otra.